Por Manuel Araníbar
Luna
Ni de locos ni de
cóndores.
Este
cuadro celeste del 2014 nos trae fascinantes sorpresas, cada fin de nos asombra
más. Los cerveceros han empezado el año con unos pulmones que parecen de
auténticos jugadores de las alturas.
Salen a correr sin miedo en una localidad
que está sobre los 2700 msnm. Y no es cosa de locos ni de cóndores. Este año su
pretemporada ha sido dignamente preparada como para atletas olímpicos. Parecería
que les hubieran hecho una transfusión de gasolina para Fórmula 1 cabeceada con
sopa menestrón.
Los
celestes corren en la altura como si estuvieran en la playa, ni se detienen a tomar un respiro... Bueno, hemos
exagerado un poquitico, se detienen y jadean unos segundos, pero muchísimo
menos que en años anteriores. Antes sólo el Irven y el Todoterreno Piki se comían la
cancha en zonas andinas. Hoy lo hacen todos, bueno, casi todos, por lo menos a nadie
aún se le ha puesto máscara de oxígeno. Y creemos que para el SC el famoso
soroche es cosa del pasado. Ya lo demostraron empatando en Cusco que está a más
de 3 mil metros de altura. ¿Y ahora qué quieren los envidiosos? ¿Que vayan a
jugar y ganar en el Himalaya? Palabra que lo conseguirían porque el ánimo está
bastante alto. ¿Mérito de quién? Del cuerpo técnico y médico, que merece un 20
de calificación.
Morir atacando…
Estos
planteamientos del Turco asombran a todos y son toda una lección de audacia. Entran
a la cancha, se persignan, calientan un poquito y atacan desde el saque.
El Turco,
aunque como capitán del barco es un tanto parco y por momentos se enterca, está
marcando la pauta: presenta una defensa de tres atroya, lo que hace que los
seudo conocedores opinen que en las alturas en un suicidio.
Sí,
claro, pero qué lindo es morir atacando. Por lo menos es mucho más digno que entregarse
acurrucado como una momia sentada en bacinica o -mucho peor- con los once en
cadenita tomados de las manos dentro de
su arco y recibiendo patadones desde todos lados.
¿Cuánto
tiempo hace que no salíamos a jugar así en altura? Mmm, no lo recordamos. Y eso
que ya estábamos con una tarjeta roja cuando se anotó el tercero y perdiéndose el tercero por la ayuda del
tronco. Creemos que si nos expulsaban otro
más (¡toc toc, hay que tocar madera!) seguiríamos en la misma tónica.
Atacar y atacar que el mundo se va acabar.
Un gol billarístico.
El
primer gol de Ávila fue una maravillosa consecución de toques. Desborde por la
zurda de Yoshi, centro a buscapié, a rastrón; salto y tremendo farol de Loba dejando pasar a la enana por entre sus piernas; amague de Calca por la derecha, enganche a
un ángulo imposible, levantada de mitra, mirada de reojo a Irven que espera por
el centro; entrega milimétrica al Beybe, y fusilamiento al arco. Todo ello en
quince segundos. No, no fue una mera empujada con chimpún de seda, no. Fue un
fusilamiento inmisericorde, desobedeciendo al mandamiento “No matar al arquero”.
Así es como deben anotarse los goles celestes. No hay que perdonar, muchachos.
Con esto el Irven encabeza la tabla. Es por ello que tiene bien merecido el cántico
de la barra:
¡Goleaadoooooor!
¡Goleadoooooor!!!
La del estribo…
Siempre
nos pasa lo mismo. En vísperas de un duelo con
alguna de las comadrejas siempre nos expulsan un referente. Como camaleones,
la camiseta de los árbitros se torna blanquiazul cuando no se destiñe al sucio percudido
de color sin definir. La lista de atentados por parte de los soplasilbatos contra
la imparcialidad tiene casi la misma edad que los celestes. Los sesudos aficionados
a las estadísticas pueden corroborarlo.
buena cronica pero por lo menos debes reconocer qu ela defensa es una mazamorra. lo que pasa es que se ataca fuerte y los rivales se arrinconan en su cancha. ya nos jodio el aurish la semana pasada. despues no digan que nadie les dijo nada. la defensa debe reforsarse por favor selores dirijentes
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