Corría el mes de diciembre, pocos días para la navidad. Sporting Cristal
estaba ganando el partido por 1 a cero y faltaban muy pocos minutos para el
final. Los celestes, con un hombre menos por expulsión, relojeaban, la
entretenían, la dormían, la arrullaban.
Pasecito para acá, pasecito para allá.
La regresaban desde el medio campo a Rubiños y este se la daba a Tito Elías.
Cuando se acercaba un delantero rival, Tito se la devolvía. Luego Rubiños se la
jugaba al doctor Eloy Campos. Y este amagaba salir y se la retornaba al
arquero.
Y
así pasaban los minutos. El delantero rival les dio las espaldas, hizo como que
no le importaba un pepino lo que hicieran. Rubiños nuevamente se la juega a
Eloy pero la hace rodar demasiado lenta.
El delantero rival, con el rabillo del ojo se percata de ello, regresa a toda
carrera, roba la pelota de las manos de
un Rubiños sorprendido, y anota el gol de empate.
El
árbitro de inmediato da por finalizado el partido. Los celestes regresan
silenciosos y cabizbajos al camarín, nadie presta declaraciones. Pero la
procesión va por dentro. El primero en ingresar al túnel es Lucho Rubiños. El
Chito, último de la fila, empieza a correr, abriéndose paso a empujones entre
sus compañeros. Nadie en la tribuna les prestaba atención, pero los jugadores
celestes adivinaban lo que iba a pasar.
Terremoto en el
camarín…
Ni
bien ingresan al camarín, el Chito De la Torre increpa fuertemente a Lucho.
Este lo manda al diablo. Chito se le va encima a Lucho Rubiños. Este es más
alto y fornido, pero Chito es más peleador. Salen sapos, culebras, rayos y
centellas. ¡Quién se iba a meter a separar a ese par de tanques! El doctor Campos y el Gato Váquez tomaron la
iniciativa: ambos resultaron agasajados con puñetes y codazos. Pepe del
Castillo quiso meterse entre ambos: pobre Pepe, salió rebotando. Entonces se
metieron entre todos, titulares y suplentes, cuerpo técnico, utilero y
dirigentes. Por fin lograron separarlos. Y en la baraúnda, todos recibieron su
aguinaldo.
Un
periodista que estaba afuera del camarín esperando entrevistar a los celestes
escuchó la barahúnda. Uno a uno fueron saliendo los jugadores sin prestar
declaraciones. Cuando salió Lucho
Rubiños resguardado por dos dirigentes, porque
quería regresar a seguir el pleito, se le acercó el reportero y le
preguntó qué había pasado.
“No
ha pasado nada malo”, respondió Rubiños con el ojo negro, “hemos hecho un
intercambio de regalos navideños entre todos”.
Que buena cronica! Por favor podrian indicarnos contra que rival fue ese empate y en que año?
ResponderBorrarDe la Torre siempre fue muy callado en su juventud, pero poco a poco se fue "aclimatando"y soltandose y se convirtio en un defensa de respeto que siempre puso el pecho a las balas en todo terreno, siempre fue franco y leal, lo digo porque hasta el dia de hoy soy amigo de el y como tal lo conozco; ahora me encuentro lejos de mi pais, pero siempre recuerdo a los amigos verdaderos. salud "chito" desde los Angeles, California
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