Por Manuel Araníbar
Luna.
Aunque su puesto habitual
es por las puntas, el Irven, cuando se lo pide el DT, es un “centro delantero
mentiroso” que se vale de varias armas: movilidad, cambio de ritmo y de
posición permanentes. Además sabe relevar puestos y llevar bola desde atrás. La
juega cortita, le saca la guaracha al marcador más rufián y, sobre todo, pisa
el área con toda la cancha y la tremenda conchudez de los centros delanteros de
oficio.
Otra peculiaridad: su
ubicación. Siempre está a milímetros detrás de la línea tabú contraria. Y
claro, la línea defensiva enemiga también juega y en un centro pueden dar
el paso oportunísimo hacia adelante y lo pueden dejar en ficha.
Ganándole al noble
bruto...
Y este domingo contra
Garcilaso, el Beybe, cuantas veces le dio la gana, pisó el área sin miedo
infiltrándose entre la defensa visitante. Y así llegó el primer gol, ganándole
el vivo al noble bruto que ni siquiera vio de dónde salió el delantero celeste
en el discutido penal. A eso se le llama ‘pericoteo’ (que nada tiene que ver
con el famoso ‘ratoneo’ de Markarián). El Irven es un robabolas que siempre
está mosca para ver qué pelota puede pescar. Lanzó el anzuelo y pescó un penal
ante la atónita mirada del larguirucho defensor que aún se rasca la cabeza
preguntándose “¿de dónde salió, ah?”.
Como si fueran de
plata...
Minutos más tarde, el
Marcio quiebra por la derecha y se la suelta arrastrada, tan medida que la
pelota se le abrazó como chalina al pie pidiéndole que no la abandone, como si
las piernas de Ávila fueran plata (y sí que lo valen), pero el implacable
Irven no escuchó sus ruegos, se desligó de ella y fusiló al Pipa. Dos a
cero.
El tercer gol celeste
llegó por un centro del chibolo Alexis que se la manda medidita a la mitra. El
Irven le gana el vivo a los grandazos de la defensa visitante, la conecta hacia
el otro lado y la rechoncha infla la canasta del mercado. Es que el Irven es
escurridizo como un jabón, se le escapa al mejor guardián, roba espacios y
sobre todo la mete como venga.
De puro goloso...
Y el último gol, el
quinto, hay que reconocer que fue de puro goloso. Quería otro “tres al hilo”. Y
el Valverde, comprensivo y bonachón le obedeció: “ya me convenciste, la chancha
es toda tuya”.
Y el Irven la clavó
arriba, donde las arañas ponen huevos. Quinto gol y tres al hilo para el Irven.
Ayer declaró el porqué de
su racha goleadora: “Tengo un ángel que me está cuidando. Yo sé que, desde el
cielo, mi madre me está iluminando y bendiciendo en cada partido. Mi hija y mi
esposa también están a mi lado siempre y eso me hace feliz”.
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