Por Manuel Araníbar Luna
Ya aburre esto de comentar los fallos de los árbitros peruanos. Esto no tiene
cuándo acabar. ¿Mediocridad, deshonestidad?
Semana a semana el aficionado es testigo de terribles desempeños de los soplapitos. Uno puede
afirmar que un árbitro es malo cuando sus ojos ven lo mismo a ambos lados de la
cancha, cuando se equivoca igual para
ambos equipos, y cuando sus informes post partidos,
aunque erróneos, resultan imparciales,
Árbitros Popeyes
Pero
si los árbitros son Popeyes que sólo miran con un solo ojo a un solo lado de la
cancha ya la cosa cambia, ya no se le puede llamar inepto ni mediocre. Eso ya
tiene otro nombre que nada tiene que ver con el sagrado postulado de la imparcialidad y mucho con el dinero bajo la mesa. Más honesto (aunque
más misio) resulta un juez torpe e imparcial
pero más éxito económico obtiene un árbitro comprado.
Ya
es demasiada casualidad que nos expulsen jugadores claves en momentos claves de
partidos claves. Si perdía Sporting Cristal se le iba a dar una ayudita a
Matute y se le clarificaba el camino al
equipo de Ate el camino para jugar los play-off contra un equipo sin pergaminos.
Más claro ni el agua. El temor de Ate a una final contra Sporting Cristal se
hizo evidente una vez más con las declaraciones de su entrenador que no oculta su envidia
contra un club serio y organizado cuando aún faltan semanas para los play-off y
aún no está definido el ganador del grupo que enfrentará a la percudida.
La
sola mención de Sporting Cristal peleando una final llena de ronchas a cierta
prensa y a ciertos equipos que no ocultan su temor al club rimense. Y en estas
cosas algunos árbitros entran a la
cancha con predisposición a perjudicar a los celestes.
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