Por : Manuel Araníbar Luna
Tricampeón con la celeste…
El viejo Balerio, nacido Julio César Balerio
Correa nace el 19 de abril del 58 en Piriápolis, Uruguay. Después de triunfar
en Boca Júniors y en el Blooming de Bolivia llega al equipo de la Florida para
campeonar consecutivamente los años 94,
95 y 96 hasta llegar a obtener el subcampeonato de la Copa Libertadores el año
97. Un historial futbolístico para recordarlo toda la vida.
El año pasado, después de larga ausencia, al
encontrarnos nuevamente con él en el
hotel miraflorino donde se alojaba, el
maestro Luis Miguel López Cano le hizo una broma: “hace veinte años eras el
viejo Balerio, hoy eres el viejo de tu viejo”. Con la rapidez mental que lo caracterizaba,
no se demoró en responder.
- - ¡Y mirá quién lo dice, vos estás más cerca
de la fosa que yo!
Nos dimos un gran abrazo y lo primero que hizo fue
preguntarnos cómo iba el equipo celeste de sus amores. Se enteró que, bajo la
tutela de Mosquera, el elenco celeste estaba goleando a lo loco y que todo
hacía prever que íbamos a campeonar.
- - ¿Goleando como locos? No me hagás
llorar, eso me trae lindos recuerdos.
- ¿Recordás que en cada partido en los
noventas metíamos de a tres goles para arriba? ¡No nos paraba ni un escuadrón
de tanques de guerra!
Y con el candor de un niño, pese a que el viejo no
era precisamente locuaz, nos relató emocionado los momentos vividos con el
Sporting Cristal, con sus antiguos compañeros del equipo celeste y con la
selección peruana.
Multiplícalas
por veinte años…
Tenía la agilidad de un gato y la colocación
precisa entre los tres palos. Tapaba bastante adelantado, se ubicaba casi al filo del área para
hostigar a los delanteros rivales y para guapear a su línea defensiva, indicándoles que no se
desconcentren: “vos hacia allá, chiquilín”, le gritaba al Coyote Rivera; “andá,
dale por la izquierda que vos tenés que
ser más vivo que los rivales”, le aconsejaba a un imberbe Chorri. “¿A quién le
vas a hacer goles, a papá?” le enrostraba a los delanteros rivales.
Su rapidez mental
la aplicaba para sacar de quicio a sus adversarios. Les hacía la traviesa zumbita. Era un campeón haciendo
teatro, demorando el juego y relojeando cuando se iba ganando y faltaba poco
para finalizar el partido; o su demora
en los saques de meta fingiéndose
lesionado para que sus compañeros recuperen oxígeno, para que se acomoden en la cancha. De esas
mañas se hacía ocho a diez en cada partido. Multiplícalas por veinte años de
trayectoria y llenarás más de un par de libros.
Su
endiablada cachita…
Anécdotas hay tantas que no sabemos cuál escoger. Jamás
olvidaremos la escandalosa huacha que le hizo a Waldir; la mofa a toda la barra
brava de River haciéndose una franja a los ancho del pecho haciéndoles recordar
a su eterno rival. Y para no ser menos, los gestos pecaminosos a la furiosa
barra de Rácing cuando el Sporting Cristal les anotó el gol del triunfo.
Pero también era un maestro atajando penales. Les
comía el cerebro a los pateadores de turno trabajándolos a punta de jarabe de
jeta y jugo de lengüeta. Con esa treta psicológica les tapó penales nada menos
que a sus dos famosos paisanos, Pablo Bengoechea y Enzo Francéscoli, y a muchos
más en el medio local.
¡Balerio
no se vaaaa!
Y hoy, mi querido viejo, te nos has mudado al otro
barrio sin avisarnos.
Y no te lo creemos, viejo.
No te lo vamos a creer ni siquiera viéndote en el ataúd, porque seguimos pensando que este es otro de tus trucos, otro de tus gestos teatrales para hacer tiempo, para hacerle cachita a la pelona con tu mano derecha golpeando el reverso de tu codo y mostrando el puño a la barra brava de la muerte.
Y no te lo creemos, viejo.
No te lo vamos a creer ni siquiera viéndote en el ataúd, porque seguimos pensando que este es otro de tus trucos, otro de tus gestos teatrales para hacer tiempo, para hacerle cachita a la pelona con tu mano derecha golpeando el reverso de tu codo y mostrando el puño a la barra brava de la muerte.
Porque
para los celestes de acá y de allá el final de este tu partido aun no llega.
Porque el pitazo final sonará sólo cuando nadie se acuerde de ti. Y tú sabes que eso jamás sucederá porque aquí los celestes te recordamos todos los días.
Porque el pitazo final sonará sólo cuando nadie se acuerde de ti. Y tú sabes que eso jamás sucederá porque aquí los celestes te recordamos todos los días.
Gracias por todo, mi querido viejo.
Y ahora los cerveceros se preguntan quién ocupará tu lugar, quién heredará tu temperamento y tu valentía para enfrentarte a los rivales, quién será el arquero zumbático celeste que sacará del cuadro a los más mañosos delanteros.
Y ahora los cerveceros se preguntan quién ocupará tu lugar, quién heredará tu temperamento y tu valentía para enfrentarte a los rivales, quién será el arquero zumbático celeste que sacará del cuadro a los más mañosos delanteros.
La camiseta celeste hoy tiene un crespón negro. Y
ya estoy escuchando a las tres barras celestes cantando
¡Oooh, Balerio no se vaaa!
Hasta pronto mi querido viejo, celeste por partida
doble, por uruguayo y por cervecero.
BUENA CRONICA DEL HEROE CELESTE. ME HAS HECHO LLORAR. QUE VIVA EL VIEJO SIEMPRE EN NUESTROS CORASONES. SALUD BALERIO
ResponderBorrarbaleeeeeeerio baleeeeerio!
ResponderBorrarUN ARQUERO QUE SIEMPRE RECORDAREMOS
ResponderBorrarOJALA LLEGUE UNO IGUAL AL CRISTAL!!