Por Manuel Araníbar Luna.
Ayacucho
(LEC).- Desde el silbatazo inicial, el equipo ayacuchano de Ospina atacó a
punta de pelotazos, exigiendo a los
defensores celestes, tratando de ahogarlos, de llevarlos a su propia velocidad,
a su propio tren de acciones, teniendo al Chino Ibarra como un jugador local
más cargoso que una garrapata metiéndose por todos los sectores de la defensa
celeste.
El
medio campo rimense no se hacía problemas. No se lograba más de tres pases
seguidos. Se trataba de armar juego con bastante parsimonia, sin despeinarse, guardando
energías, teniendo en cuenta que la altura es el jugador número 12 de Intigás. Además, el
apuro y la desesperación por un resultado positivo corrían por parte de los
locales que no ganaban desde cuatro fechas atrás.
Y
tanto fue el porongo a la leche que al final se rompió. Gol ayacuchano de
Ibarra en un centro trenzado entre tantos jugadores juntos que la pelota la
podía haber metido cualquiera.
El despertar del tigre
Este
tanto despertó a los celestes que empezaron a jugar a la de a verdad. El ataque
era desordenado. Y no porque faltaba
habilidad, sino porque el elenco ayacuchano tenía asimismo otro aliado, el
jugador número 13: el gramado. Ese pasto tenía tantos grumos y champas que la
pelota no rodaba, saltaba como un conejito. Claro, no faltará quien diga que el
pasto fue un estorbo para los veintidós jugadores. No obstante, hay que tener
en cuenta que los ayacuchanos están acostumbrados a esos desniveles. Por lo
demás, en esa cancha y a esa altura, lograr un empate es un triunfo.
Pero,
a pesar de los obstáculos, los celestes pisaban el área contraria. Algunas
pelotas cruzadas causaron peligro en el área local. Una de Valverde al
travesaño fue le aviso de lo que se venía. Hasta que llegó la jugada decisiva
por una increíble cucharita de Burrito para el Irven que ya había hecho el
cruce ensayado en La Florida. Ávila la empujó con decisión y con este empate se
fueron a los camarines.
En
el segundo tiempo todo fue mucho de lo mismo. Había que conservar el empate sin
exigirse porque esta semana hay tres partidos seguidos. Por ello Mosquera hizo
descansar a varios jugadores. Lo más rescatable de todo es que este equipo bajopontino
se crece cuando está perdiendo. En resumen, un buen resultado conseguido a lo
macho: es la sangre celeste.
LIBRETA
DE CALIFICACIONES
DELGADO
(13). Esta vez pasó juntas las de Caín, las de Job y las de Ulises. Le cayó una
lluvia de bolas al ollazo. De todos esos pelotazos, el Loco salió a tender la
ropa un par de veces. Las restantes se las ganaron a sus cuatro cancerberos. El
gol quiso entrar a su arco en varias oportunidades. Menos mal que la puerta no
se abrió porque en el Rímac hay tantas iglesias como en Ayacucho.
CARMONA
(14). Se viene asentando. Ya está agarrando confianza, pero que no agarre mucho
porque se ganó una amarilla por agarrar a un contrario que se le escapaba como
pescado mojado. Apoyó bastante al armado y la delantera. Lo destacable es que
lo hizo por ambas bandas, con lo cual demostró que puede cumplir varias
funciones adicionales. Puede ser una alternativa.
AYR
(14). El Nico y sus compañeros de zaga se la vieron difícil con la cantidad de
llegadas de los ayacuchanos. Se supo batir bien por alto, pero la falta de
oxigeno le quitó reflejos.
CHASQUI
(14). Igual que el Nico. Esta vez asentó mejor la pierna y se le quitó el miedo
a cometer penal. Ayudó bastante en los cruces. Pero se lo llevaban a la carrera
porque el poco oxígeno ocasiona lentitud de reflejos. Casi comete penal.
PACHO
(13). Soportó mejor la altura de lo que se esperaba. Se defendió a base de
ubicación y experiencia, ya que si entraba en el juego correlón de los
ayacuchanos hubiera estado sacando la lengua en diez minutos.
VALVERDE
(14). La hizo mejor conteniendo los avances ayacuchanos, aunque sólo estuvo en
60% de efectividad en los centros y pases en cortada.
CAZULO
(17). Como sucede semana a semana, casi nunca baja de los 15 puntos. Esta vez
obtuvo dos puntos adicionales porque hay que ser un mutante para correr a esa
altura donde hasta las vicuñas se cansan. Normalmente corre un promedio de 14km
por partido. Hoy parece que superó esta marca.
TAREK
(14). Fue la llanta de repuesto para el Piki. Subió, bajó, cortó, pero alimentó
muy poco a su delantera debido a que las órdenes eran bloquear y estorbar a los
correlones ayacuchanos. Su efectividad
en pases sólo llegó a 50%.
ÁVILA
(16). Estuvo en su salsa. Uno de los que menos sintió la altura. Su gol de
zurda es ya una característica personal: salta para hacer el cruce en diagonal una
milésima antes de la delatora línea del offside, con ello deja en ridícula ficha
a la defensa contraria, amaga y le pega seco y rasante a una esquina.
MARIÑO
(17). Buen partido, Burrito. Manejó la bola cuando arreciaban los ataques, la
puso donde se necesitaba y la trató como le dio la gana: la tuvo, la mantuvo, la
entretuvo, le dio su biberón, la arrulló y la durmió. Enfrió el partido cuando
fue necesario y con ello aplacó el ímpetu de los ayacuchanos. Esos amagues en
la altura -que para algunos sólo son gracias propias de los amarrabolas- son de
gran utilidad para que sus compañeros tomen un respiro. Extraordinaria la
cucharita para entregarle la pelota lista,
lavada y planchada al Irven Beybe.
JUNIOR
(14). La tocó muy poco, pero cuando la tuvo supo buscarse fouls, sobre todo en
ese dribling muy acostumbrado en él cuando pasa con la bola entre dos rivales.
No estuvo tan incisivo como en otras ocasiones.
MARQUITO
(13). De gran ayuda en la defensa. Otro que casi comete un penalazo, menos mal
que sin consecuencias.
LEANDRO
(13). Entró como pieza de repuesto para llevarla desde atrás, para armar y apoyar
de media punta. La altura le jugó una mala pasada.
HERNÁN
(13). Ingresó para pelearlas arriba, para aguantar a una defensa ayacuchana que
se quería venir con todo. Algunas las ganó por contextura y por fuerza. Pero
muy poco fue lo que cosechó.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario