Por Manuel Araníbar Luna
Quesada entre Mosquera y Uribe |
El pollo a la brasa peruano es famoso en el mundo
entero. Y se lo debemos a un jugador rimense. En su DNI se lee: Alfredo Quesada
Farías.
El otrora flaco ya no es flaco. Tampoco es joven. Nació un 22 de setiembre del 49 en Lobitos, Talara. A pesar de ser
tragaldabas, jamás desarrolló una gran musculatura, pero tenía un bobo que
trabajaba a quinientos por hora, un sentimiento por los choborras que lo llevaba
hasta cuando dormía; el piyama de su ángel de la guardia era
celeste.
Biberón de cachema...
Muchos aficionados se preguntan ¿De dónde sacaba
tantas agallas y tanto combustible para jugar? ¡Gua, paisano, pero si es oriundo de
Lobitos, de la piuranísima Talara!, ¡¿cómo no iba a tener agallas para pararle
los machos al rival si desde churre le daban su biberón de chilcano de
cachema, y en vez de papilla le caía su seco norteño bien cargado al ají?!
Era un dínamo, un torbellino , un chaski
con tres pulmones, un fuelle celeste que oxigenaba a la defensa cuando el ataque rival
arreciaba y dos segundos mas tarde llegaba al área rival a pelear los centros o
a frenar las salidas del contrario. Era la contención y la salida de aquel
inolvidable medio campo celeste.
Cargoso para marcar, chocaba, quitaba,
guapeaba, y acompañaba hasta el área contraria. Si se trataba de meter la
pierna fuerte lo hacía sin mala intención y en pelota dividida siempre ganaba.
En cuanto al atarante, a la boquilla y a la leña, nada ni nadie lo amilanaba.
Por el contrario: se agigantaba. Siempre fue leal y generoso: recibía
humildemente pero también regalaba. Y regalaba pollos. Sí, como lo leen:
pollos. ¡Y qué clase de pollos!
Eliminatorias
para Argentina 78’
Era la selección de Quiroga, Navarrito, Chumpi,
Panadero Díaz, Meléndez. Velásquez, Alfredo Quesada y Sotil. Muñante, Percy
Rojas y Oblitas. Se jugaban las eliminatorias al Mundial de Argentina 78.
Desde que empezó el partido, los chilenos de
Caupolicán Peña, sabedores de su rendimiento con la blanquirroja y de la
adrenalina que derrochaba en cada jugada, empezaron a provocarlo. Casi a la
mitad del primer tiempo, Reynoso, un cumplidor volante del equipo roto se le
había prendido y lo insultaba en cada encontrón.
!Socorro, una malagua en mi cara!
En uno de esos forcejeos, frente
a la tribuna de occidente, el chileno le mentó la madre. Y el flaco, generoso
como era, en retribución le obsequió un tremendo pollo en la cara. Parece que al rostro del chileno le gustó el
obsequio: hubo química entre el sudor de la cara del volante roto y el
peruanísimo gargajo porque el pollo le quedó pegado como una lapa, como un
tatuaje imborrable. Le colgaba como un arete, como un caracol. Trató de
quitárselo pero se le pegó más y se expandió con vida propia, como malagua.
Le nubló un ojo toda la noche y eso le bajó la moral. Ya en el hotel,
derrotado, se echó lejía, agua caliente, aguarrás, kerosene. Hasta mandó traer
el mortífero racumín de una chingana, porque le habían dicho que el racu racu
deshacía hasta las piedras, pero nada: el pollo seguía prendido de su cara. Así
que no le quedó otra que comprarse un pasamontañas y viajar con él.
Quesada en el Alberto Gallardo |
Pero al llegar a Chile tuvo otro problema: el
pasamontañas también se le quedó pegado y la policía de Pinochet lo interrogó
como si fuera terruco. Mucho peor le fue al llegar de madrugada a casa: su
mujer lo llamó con otro nombre porque lo confundió con el catchascanista que
siempre la visitaba cuando él se ausentaba.
Esa noche del famoso pollo los eliminamos con
goles de Oblitas y Sotil. Yo añadiría un gol más porque ese pollo de Quesada
merece la categoría de gol por haberle bajado la moral al mejor volante roto.
Ahora bien, en todos los partidos se reparten
pollos de todos los colores, consistencias y tamaños. Pero este pollo del Flaco
les gana a todos porque fue más grande que un cóndor.
Últimamente el volante chileno apareció en un
programa de TV que homenajeaba a las viejas glorias. Llegó con lentes ahumados,
bigote, barba y sombrero que le cubría hasta las orejas, pero aún se le notaba
el tremendo pollo con alas, plumas y todo. Naturalmente, seguía lamentándose:
- ¡Chita la payasá, por culpa de ese flaco no he
vuelto a comer pollo en mi vida, pú!
Malagradecido el volante roto: le regalan un pollo
peruano, se lo lleva puesto y ni siquiera da las gracias al generoso Flaco
Quesada.
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* Esta crónica es del año 2009 (N del E).
ja ja ja ja , debes regalarle tambi{en pollos a las gayinas y a los kagones
ResponderBorrarsalud quesada por la ptmr
que buena cronica carajo
FELICITASIONES POR LA NOTA. LOS MAYORES CUENTAN QUE EL FLACO QUESADA JUGABA COMO AHORA JUEGA ELL PIQUI PERO CON MAS VELOCIDAD. QUE ESE EPISODIO DEL POLLO LO VIO TODO EL PERU POR LAS CAMARAS DE TV CANAL 5.
ResponderBorrarSALUD QUESADA POR OTRO TRIUNFO DE LA BICOLOR ESTE LUNES.
jajajaja, se llevo el pollo a casa, tenia que ser un celeste el que les paro la payasada.
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