Por Manuel Araníbar Luna.
La mentada paternidad
ahora es maternidad, los cerveceros les hicieron cuatrillizos. Los Diablos Azules se impusieron
a los santos.
Los rimenses tenían la sangre
en el ojo. La consigna de Mosquera era
ganar sí o sí. Empatar o perder significaba el alejamiento de los punteros. La derrota
del miércoles aún causaba escozor. La hinchada pedía las cabezas de varios
integrantes a pesar de que se sabía que una derrota era posible en aquella
altura del Cusco, y además que … ¡bah!, esa batalla perdida es cosa del pasado,
hoy estamos escribiendo sobre el triunfo ante la San Martín.
El elenco santo llegaba
con un dato, un antecedente como para hacer cachita: hacía cuatro años que no
se les ganaba. Esto les daba una autosuficiencia, un sello respaldado por las frías
estadísticas: “soy tu sombra blanca, jamás podrás ganarme”. Pero las
estadísticas engañan, obnubilan, obscurecen la vista. Para colmo, adelantaron
con un gol fácil. Y esa autosuficiencia los ensoberbeció. Celebraron su gol
creyendo que tenían un pan comido. Pero si un equipo juega con los antecedentes
en el bolsillo se olvida que al frente hay un rival que siempre sale al ataque.
Y en este duelo los celestes dispararon a matar sin dejarles levantar el arma.
El equipo albo es muy difícil,
por ello se amerita el triunfo cervecero. Era asunto peliagudo generar ataque y
bloquear a un equipo lleno de mediocampistas como el albo. A cada pelota
perdida, los blancos atacaban como lanzas. Los santos, tal como en la primera
rueda, arrancaron sin centro delantero. Por tanto su iniciativa fue poblar el
medio campo celeste con volantes mixtos y gente hábil.
Toda una maraña de
jugadores albos se había apoderado del medio campo durante el primer tiempo. Y esta ocupación de terrenos ajenos les duró hasta
la consecución de su gol. La llegada de Sheput los desalojó a punta de
inspiración. El Pincel, acompañado de un Irven que arrancaba desde atrás, con sus
cambios de ritmo y pases en callejón los dejó sin piso. Cada pelota que llegaba
a los pies de Renzo, de inmediato, tal como se ensayó durante un par de días, Junior, Charapa y el Irven cambiaban de puesto
y la recibían a espaldas de los
centrales de la San Martín.
Sheput, Ávila, Rengifo y Ross
salieron a jugarse el todo por el todo, recordando que los celestes también
tenían un dato estadístico que decía que integran la delantera más matadora del
campeonato. E hicieron lo que tenían que hacer, lo que jamás debían olvidar: matar.
Y vaya que lo hicieron.
LIBRETA DE CALIFICACIONES.
DELGADO (14). Respondió
cuando fue exigido y en los centros cortó con sobriedad. Como caudillo y
capitán, supo reclamar ante la ceguera del árbitro por faltas reiteradas de los
contrarios. No tuvo culpa del gol del equipo albo; Ramos es un cabeceador que
ya nos había anotado y que había surgido como un fantasma anticipándose a quien
lo marcaba. En los goles que perdieron los santos – hay que reconocer que fueron
varios- más que todo lo vendieron las descoordinaciones de su línea defensiva.
ADVINCULA (16). Otro buen
partido de Ussaín. Cada día está quitando mejor, no comprometiendo a la defensa
con fouls en las inmediaciones del área
cervecera. Solamente le contabilizamos uno
por retención de balón, que en realidad fue infracción del adversario.
AYR (15). Sólo lo quebraron
una vez. Cuando se proyectó causó peligro. Casi anota un gol de sombrerito que salió
soplando el travesaño.
ALVAREZ (15). Seguro en
los cruces y relevos. Fue sorprendido en el gol de Ramos. Y bueno, a todo el
mundo alguna vez se le quedan los chimpunes
pegados con chicle al pasto. Pero en el resto cumplió, remendando fallas en
salida y cortando muchas triangulaciones de Cueva y Montaño.
YOTUN (14). Aunque no se
proyectó mucho debido a que Montaño se pegaba para golpear por su ala, en líneas
generales cumplió.
VILCHEZ (13). Recibió órdenes
de ayudar a Cazulo en la tarea de anular la generación de ataques de la difícil
línea de mediocampistas albos. Fue un tapón que marcó zona sin no pegársele a
nadie en especial puesto que los mediocampistas albos se desplazaban por todos
lados trocando puestos y obstaculizando la
recepción de las bolas recuperadas. Los albos le complicaron las salidas
limpias.
CAZULO (17). Otra gran
actuación que se explica porque tuvo que bloquear avances de gente diestra como
Montaño y Cueva. Nuevamente lo vimos guapear y empujar a quienes se quedaban estancados
y pusilánimes ante los avances de los
visitantes. Es un raro caso de la naturaleza, los científicos no se explican
cómo es que ha nacido con tres pulmones y un corazón tan grande.
LOBATON (14). Salió a
jugar de 10, dejándole su puesto al Neka. Como sucede con los equipos que enfrentan a cristal, siempre
lo rodearon mínimo tres contrarios lo
que no le dejó respirar. Lo lesionaron muy temprano.
RENZO (18). Despertó por fin.
Se desperezó y lo primero que hizo fue dajar el desgano en el banco de
suplentes; casi ni calentó por la lesión de Loba y salió a jugar a la de a
verdad. Volvió a reeditar sus fantasías generando muchos pases al vacío con sus ya famosos “toques
de desprecio”. Y cuando el partido estaba ya definido, se dio el lujo de hacer
una huacha espectacular. Gravitante en el desarrollo del partido, tuvo
participación en la consecución de los goles celestes.
ROSS (17). Otra buena
actuación que ya se está haciendo costumbre en él. Le rompió la cintura a Corzo
y a los otros dos que venían a bloquearlo. Cuando agarraba viada no lo
alcanzaban ni en auto de carreras. Su gol fue psicológico, puesto que apagó la
música al baile cachaciento que se estaban dando los albos tras su anotación.
Este tanto motivó al cuadro cervecero a desquitarse
cuatro años de derrotas.
AVILA (18). Otro que por
fin se quitó las piedritas de las suelas de los chimpunes. Ante el lavado de
cabeza que les dio Mosquera a él y a Renzo en el camarín, jaló la palanca y echó
al desagüe su medrosidad grabándose bien al fondo del cráneo que los mediocres
no merecen ponerse la sagrada camiseta celeste. Rompió un par de cinturas en la
zona caliente de los albos para el primer gol. Añadió de mitra un venenoso
centro de Sheput para el segundo, sorprendiendo a Cardoza que estaba más
preocupado en seguir a Rengifo seguramente creyendo que esta vez el Irven Beybe
tampoco la iba a hacer. En el tercer gol, la metió como vino, unos dicen que
fue de media chalaca y otros que de media tijera; más bien la metió de ganas,
de ambición de reconciliarse con el gol sin importar cómo la metía. Y en el gol
de Rengifo se la supo poner medidita, servidita para que se despache. En suma,
en los cuatro goles quedó estampada su firma con tinta indeleble sobre las
camisetas blancas del rival.
RENGIFO (15). Se reencontró
con el gol en un contragolpe de tres toques. Estos contragolpes ya los dábamos
por olvidados en el camarín. Si así fuera siempre, Cristal ya anduviera por los
cien goles. El Hernán colaboró con la defensa cuando se proyectaban los difíciles
backs del elenco blanco, estorbándolos en las pelotas paradas.
FRANCO (12). Paciencia,
aún está soltando los músculos. Recién está amansando los chimpunes.
CARRANZA (12). Entró para
refrescar el medio campo, obstruyendo y quitando espacio ante el intento de
recuperación de los santos. Casi ni la
tocó, pero se necesitaba su presencia para la bolsa de minutos.
aranibar, le estás poniendo nota muy alta a Vilchez, yo por mi parte le pongo un 08, porque malogro varias salidas, se dejo quitar las pelotas y el cuevita y montaño lo hicieron trizas
ResponderBorrary esta vez no haz calificado al arbitro que fue una calamidad, no cobro la falta contra carlitos lobaton y ya lo hicieron perder el partido contra vallejo
a cazulño no le cobro un penal
mencion aparte para el loko que no etuvo bien si no es porque perea la pateo mal casi le meten gol dos veces
dices que tarek carranza ni la toco y estas errado porque carranza la toco dos veces y para mi merece un catorse
olvidas tambien de decir que rengifo en el tercer gol le roba la pelota a ramos