SPORTING CRISTAL 3, BOYS 1, ¿HAY QUE SUFRIR SIEMPRE ASÍ?

Por Manuel Araníbar Luna

Uf, qué alivio. Setenta minutos de angustia no son pocos. Después de un primer tiempo para el olvido y los primeros veinte minutos del segundo tiempo, recién se pudo reventar las redes. ¿Desidia?, ¿aburguesamiento?, ¿aburrimiento ante tanta gente amontonada? ¡Eso, eso, eso!

Todo el mundo se aburre cuando no lo dejan accionar. Le sucede al boxeador cuando le amarran la pelea, al chofer en un embotellamiento de tránsito, al vendedor que intenta pasar por el centro de la procesión.

Fueron setenta minutos de trabazón. Por la derecha estaba la inoperancia. Durante el primer tiempo, Ávila se marcaba solo. Advíncula no se mandaba porque estaba taponeado por su ala donde lo esperaban hasta tres en fila. Y es que Techera había ordenado que Orejuela se proyecte por el hueco que dejara el Lucho Advincula. Por ello el juego se centralizó y muy esporádicamente Cristal atacaba por la izquierda cuando entre Yoshimar y Ross penetraban velozmente por su flanco.

Se llegó, sí. Innegable. Pero por peso, por gravedad, porque la categoría de los jugadores del Rímac es largamente superior al plantel del puerto. Pero en cuanto a generación de ideas no se sabía cómo burlar esa doble fila de cuatro que era el estorbo, el embotellamiento que aburría. El planteamiento defensivo porteño estorbaba como un juego de comedor dentro del baño. Aun así se llegó por lo menos cuatro ocasiones bastante claras en un primer tiempo huérfano ideas y de goles que hizo jalarse los cabellos a la hinchada rimense. Es que al Pincel y al Loba les salían una de diez. Y esa magra producción, viniendo de mediocampistas creadores, es como darle de comer a cucharaditas a los tigres. Pero además de Sheput, Ávila estuvo en una mala tarde. Si a Sheput le salieron una de diez, al Irven le salieron una de treinta. Así se fueron al descanso.

CAMBIOS SALVADORES

Para el segundo periodo, la elaboración de ataques siguió en stand-by, hasta que entraron el Burrito Mariño y el Leo Franco quienes, franco, franco, cambiaron la cara del cotejo. Los pases salieron más en profundidad, se trianguló mejor, Advíncula se proyectó más por su punta, el Loba (CL-27) salió con más claridad, hasta que llegó el gol de Junior. Explosión en las tribunas. Dos minutos después Ross volvió a mojar. Suspiros de alivio. Y nos parecía que se acercaba un festival de goles, como lo fue en la primera rueda, cuando el equipo rimense le ganó al Boys por cinco a cero en su propio barrio.

Pero empezaron a cuidar la pelota. Se bajó el ritmo. Y todo el ataque arrasador del equipo celeste se convirtió en uno de esos bailecitos de moda: un movimiento sensual, un pasito a la derecha, otro a la izquierda, y otro para atrás, pero nada de avanzar hacia adelante. Esa modorra, ese juego aletargado les sucede a los equipos cuando están ganando por goleada. Pero los celestes olvidaron que sólo estaban ganando por dos a cero. Y era de esperar, había que parar la mano porque la escuadra cervecera fue un motor que había funcionado a todo trapo.

Entonces, en esa siesta en que se encontraba el elenco de Mosquera esperando el pitazo final, el árbitro cobra penal. Y encima, para malograr el almuerzo, le saca amarilla al Chasqui. Es decir, lo asalta y encima le cobra multa. Dos a uno. Y empieza de nuevo la angustia. El elenco chalaco se anima a atacar pero sin fuerzas, hasta que en la última en contragolpe, el Cara de Bebe Franco la mete un segundo antes de que el soplamocos sopletee su silbato.

LIBRETA DE CALIFICACIONES

ARAUJO (14). Casi no la tocó. No obstante, hizo dar un respingo a Mosquera cuando descolgó la bola con la mano enjabonada un par de veces, menos mal que sin peligro.

ADVINCULA (14). Un primer tiempo inoperante. En el segundo se escapó un par de veces.

AYR (15). Solvente por arriba, enérgico por abajo.

ALVAREZ (15). Bien. Impasable. Un maestro en los cruces. Su penal no fue penal. Su amarilla fue injusta.

YOTUN (15) aunque intermitente, creó peligro cuando se proyectó.

CAZULO (17) Como siempre, obstruyó, cortó, estorbó, acompañó, subió y regresó. Siempre es el más regular y el más rompedor.

LOBATON (15). En el primer tiempo se contagió de la inoperancia, pero cuando entraron el Burrito y el Cazulo, CL-27 abrió panorama y colocó buenos pases en cortada. Algunas se las adivinaron. Otras fueron unas balas que no las alcanzaba ni un caballo de Monterrico.

SHEPUT. (12). Uno de sus partidos más discretos. Le salieron muy pocas. En su descargo diremos que tuvo un tirón.

AVILA (11). También estuvo muy por debajo de su nivel. Nos enteramos que estuvo lesionado.

RENGIFO (14). Fue el ariete que en todo momento fue al choque con los defensores chalacos. Como ya se ha hecho costumbre, se falló un par que bien las pudo meter una monja en sayonaras. Salvó su actuación en el segundo tiempo colaborando en los goles y regresando a llevar pelota para las salidas del cuadro bajopontino.

ROSS (18). El mejor de la cancha junto con Cazulo. Por sus veloces incursiones, fue un dolor de cabeza para la defensa rosada. Sus dos goles coronaron su actuación.

FRANCO (17). La tocó poco en los pocos minutos que estuvo en el campo. Pero fue gravitante en el marcador: tuvo intervención en los dos primeros goles. Y el tercero fue su propiedad privada. Con esa producción, el hincha celeste ya se pregunta cómo será cuando juegue un partido completo.

MARIÑO. (15). Su entrada le cambió la cara al partido. Entró con más ganas, jugó más en profundidad e hizo reparto equitativo para ambas puntas.

BULOS. No lo calificamos porque no la tocó.

ARBITRO. (10) ¿Arbitró? ¡A ponerse lentes!

CODA

Se ganó y no importa cómo. Tres puntos valiosos. Pero volvemos con esta pregunta que ya cansa de tanto repetirla, ¿qué pasa con los árbitros? Seguramente el referee se picó cuando hace unos días escuchó las declaraciones del Charapa donde pide que escojan mejor a los jueces, y se cobró la venganza por espíritu solidario porque no sancionó un penal contra el cuadro de Abajo el Puente. Y en el segundo tiempo, cuando el elenco bajopontino estaba ganando facilito, hizo retornar la angustia a la hinchada celeste cuando, por miopía interesada, cobró un penal que sólo lo vio él. Con árbitros así, mejor que entre a la cancha el afilador de cuchillos, que sí se gana la vida honradamente.

Bueno, aquí tenemos unos problemitas para resolverlos en la pizarra y en la cancha de entrenamiento.

1. Cómo perforar una doble fila de contención. Mosquera ya sabe que todos los equipos le van a jugar así, amontonándole gente con doble línea de 4, de 4 – 5 – 1, y peor, de 5 – 5. Esto que parece al juego del gato y el ratón ya se ha hecho una constante. Si jugándole así eliminaron al Barza y al Real Madrid, ¿cómo no se la van a poner difícil al Sporting Cristal, que es el equipo peruano que siempre sale a arrasar?

2. Cómo contrarrestar los contragolpes. Contra Boys, hubo un par de escapadas, por error en salida, que hicieron temblar a la defensa. Y lógico, cuando no se puede abrir el marcador, como sucedió en el encuentro contra los rosados, todos los celestes se van de arremetida. Menos mal que el Chasqui chapó una, pero la otra se convirtió en un penal que sólo lo vio el referee