Por Manuel Araníbar
Luna
Y bueno, uno no puede
vivir lamentándose de las derrotas en casa.
Ya aparecieron los que por los medios le dan a la matraca con que “El Mago
debió hacer esto o aquello”, “yo dije que las cosas iban a salir mal”, y
sandeces por el estilo. Sólo los que
buscan el fracaso peruano despotrican contra su propia gente. El propio
entrenador del equipo colombiano ha dicho que si metíamos esas dos pelotas en
el primer tiempo la iban a pasar bastante mal. Aquí muy pocos – y en mi
encuesta figuran futbolistas de renombre –
se van contra Markarián, porque todos sabemos que tuvo que parchar por
todo lado.
Total, lo podemos
resumir grosso modo así de sencillo: las pelotas de Perú no entraron y la de
ellos sí. Recordemos que en la Copa América, la cosa fue al revés: los
cafeteros se perdieron seis o siete
llegadas al arco nuestro. Y las pocas llegadas de los peruanos sí se
concretaron. ¿Echaron a los jugadores de su equipo representativo? Por supuesto
que las fallas del equipo no fueron por mala actuación sino porque todo el
mundo tiene su tarde mala y sale a la cancha con los chimpunes cubiertos de
sal.
Miren al equipo uruguayo al que no le salió más que una, y los venezolanos
en una de las pocas que llegaron les hincharon los cáñamos. Y yendo más allacito,
a España, aunque no jugaba la selección sino los equipos más exitosos del mundo,
el Barza y el Madrid, tampoco pudieron incrustar la pelota en la cesta de los
muertos. ¿Son malos Ronaldo y Messi? ¿Deben irse de sus equipos por haber
perdido un penal y una clasificación?
Ahora bien, ya lo
dijimos hace unos días con el ejemplo del vaso de agua medio lleno, somos de
quienes opinan que hay que rescatar lo positivo, que de las derrotas se sacan
enseñanzas. La defensa en líneas generales, estuvo en un setenta por ciento, aún con el
gol que le encajaron, aún con los parches de último minuto.
Camiseta de plomo
Una cosa es tener
clase de seleccionado y otra es la clase para jugar en clubes, sean estos barriales o internacionales. Tomemos un equipo
que es el representativo nacional y comparemos a dos de sus jugadores. La Culebra y el Chasqui,
que ya parece que estamos hablando de una fábula, tal como la cigarra y la
hormiga. Mientras la Culebra ya juega en Europa y se codea con gente rankeada,
le faltó temperamento para definir (y no sólo me refiero a el gol que se perdió),
para inflar el pecho, poner la pierna
fuerte y encarar. Y con esto no lo estoy
descalificando ni pedir que lo boten a patadas sino que estoy hablando de su
debut.
Todo esto se debe, seguramente, a su juventud. Démosle tiempo. Ojalá – y eso esperamos todos – que se acostumbre
con el correr de los partidos a soportar, a sostener el peso de una camiseta
nacional que pesa como plomo, además de la responsabilidad de asumir un
desempeño que millones de espectadores están vigilando. Y porque sabemos que la tribuna
peruana es melindrosa. El hincha peruano, tanto la cazuela como la platea, se
aburre rápido cuando ve apatía, cobardía, apocamiento, falta de “web” (esta
palabra lo define todo).
En la delantera la
diferencia la marcó Guerrero quien, entero
o quebrado, ganando por goleada o
perdiendo por lo mismo, aún a escasos segundos para el silbatazo definitivo, aún
parchado con la tarjeta de “cuidadito que te boto”, siempre la lucha igual,
y siempre sale aplaudido, porque pone
fuerza y coraje, empuje e hidalguía, sin importarle la mochada que le vaya a dar
la dirigencia del Hamburgo, porque cuando juega por su rojiblanca piensa en
español y no en alemán.
Una cosa es con guitarra…
Y de los de atrás la
grata sorpresa fue el Chasqui Álvarez, y no porque no se esperaba que muestre
su calidad sino porque “una cosa es con
guitarra…” Me explico. Jugadores hábiles hay a montón, pero muchos de ellos, cuando juegan a la de verdad por su selección
en un estadio lleno de espectadores se salen chupando, arrugan, se orinan.
El Chasqui debutó hace
unos días contra Nigeria y aprobó con 16. Y ayer contra Colombia, con un equipo
parchado, fue el mejor jugador peruano. Tuvo el temple suficiente para hacer
los cruces, aguantar arremetidas y corregir metidas de de pata, ganar por alto,
marcar a presión a jugadores peligrosos, tanto así que el super – archi - hiper - ultra promocionado Falcao no le hizo
ni siquiera un chiche.
Y cuando las cosas se pusieron color rata, con un gol en
contra, supo proyectarse como un delantero más, empujando al equipo con su
actitud luchadora. Valga la comparación, fue el Paolo Guerrero de la defensa. Y
todo esto en su segundo partido con la sagrada bicolor, a la que algunos la
usan sólo para viajar en primera clase, para tomarse fotos con ella en jugosos
contratos publicitarios y - cuando ya no
chorrean ni un par de maracas- guardarla
intacta en una vitrina sin haberla sudado, para después proclamar a los cuatro
suyos, “me muero por jugar por mi selección, pero me duele un callo”
bien comentado, amigo.
ResponderBorrarmire yo se que esta pagina es de cristal y no tengo nada contra ustedes.
yo soy arequipeño hincha de Melgar, pero cuando llego a Lima encuentro una serie de salvajes de la U o Alianza para quienes no es un buen jugador quien no juega por esos equipos.
el chasqui la hizo, como dicen los limeños. y sin buscar la fama ni aparecer en las portadas de los diarios.
en mi tierra tenemos a hilden salas que es un gran jugador y se raja por el equipo y ni siquiera lo han convocado.
¿tendria que venir a Lima y jugar gratis para los dos compadres (alianza y u) y ser explotado por los dirigentes para que lo consideren seleccionable?