Por: Manuel Araníbar Luna
4 de 18 no está mal.
Desde el inicio de este campeonato, el equipo celeste siempre arranca los
partidos de la misma manera. Acelerado, atacando a cien por hora por todo lado
con diversas variantes que crean confusión al equipo de turno. A veces con
centros, otras tantas veces tocando, muchas en callejón, y no pocas en paredes
de tuya y mía, de toma y dame. Esta vez le tocó sufrir al equipo imperial. Aunque pudieron canastear, los celestes
llegaron - anótenlo rimenses- dieciocho veces al área cusqueña. Y aunque pudo canastear,
el cuadro de Mosquera se contentó con cuatro goles. No está mal.
Pero pudo ser
mejor.
Luego de una llegada complicada al área
en cervecera en que los imperiales reclamaron penal casi al principio del partido, Cienciano se fue ahogando, apagando,
diluyendo, difuminando de a poquitos por las venenosas incursiones de los cerveceros
que entraban por donde les daba la gana.
Es así que un tiro libre enroscado de
Sheput lo conecta el Charapa infiltrado en el área chica que es propiedad del arquero;
y la pelota se queda atrapada como un pescado entre las redes. Uno a cero y los celestes no se detienen ni dejan
respirar a los imperiales. Siguen llegando y Cazulo se pierde un gol.
Más tarde Loba se la pasa en
callejón por la izquierda al Pincel y este la cucharea con un toque fino un que
engaña al arquero, a la defensa, a sus compañeros celestes y hasta el público
presente y televidente, porque todos piensan que es un centro, pero la redonda
hace una rosca y retuerce su recorrido para meterse en el palo derecho. Van dos
y los ataques siguen acuchillando al área roja, pero los celestes se pierden también
unos goles escandalosos.
Más tarde, un sombrero del Damichón
sobrepasa al Alexander Araujo y la pelota bombeada se dirige hacia las redes.
Ayr la saca de cabeza justo en la línea de cal. Y sobre el pucho Junior
emprende una carrera de área celeste a zona roja sin que nadie lo pueda
alcanzar. Se la sirve a Renzo y este le responde el mensaje con una bola en callejón,
medidita, para que Junior la abofetee
hacia el otro lado de donde se lanza el arquero. Tres a cero y el público
espera cinco más para el segundo tiempo porque el partido se presenta fácil.
Pero en el segundo periodo el tren
celeste se desacelera por órdenes de Mosquera. Y claro, hay que dosificar y
cuidarse para el siguiente partido porque Junior y el Hernán, quienes recién
se están poniendo a punto, están golpeados. Charapa hace preocupar a todo el
mundo cuando cae aparatosamente por forzar una jugada a un metro del arco cusqueño. Todo el mundo
enmudece, pero el Charapa se soba, no los meniscos que esa era la preocupación,
sino el tobillo. Menos mal. Para qué acelerar si se está ganando por tres.
Del segundo tiempo, salvo las
escapadas de Advíncula y los quites de Cazulo, no hay mucho que resaltar. El partido
se pone pesado y lento. Los contragolpes son celestes, pero sin mucha
convicción, hasta que una pelota de Loba
desde la derecha va a los pies de Yoshimar por la zurda. Este se la juega al centro
del área; la recibe Irven Beybe y la
empuja solitario, mientras el arquero se transforma en estatua esperando que
cobren un offside que no existe. Cuatro a cero y esto se acaba. El árbitro
concluye la fiesta con un silbatazo. Todos contentos, menos los de rojo.
CODA.
Funcionó el planteamiento parchado
del conjunto celeste. Pero ojo, aquí no caben triunfalismos, porque la soberbia
es lo más dañino para un cuadro que se está consolidando, que semana a semana
viene armando, desarmando y equipando
sus líneas por culpa de ocurrencias
impredecibles, como lesiones y suspensiones.
Nada se gana afirmando que este
triunfo es el primer paso para la obtención del título. Por el contrario, se
pierde mucho. Estos cantos de sirena no traen nada bueno. Recuerden la fábula
de “la lechera”.
LOS PROTAGONISTAS
Araujo (14) salvo el sombrero que le
hizo el Damichón, no tuvo gran trabajo . Un par de salidas para chicar y otro
par de cortadas, y eso fue todo.
Advíncula (17) se jugó un partidazo. Cortó, se proyectó, hostigó
y recuperó todas las que pasaban por su lado. Corrió de sur a norte y viceversa
con una facilidad pasmosa. Y terminó fresquito, como para jugarse otro partido.
Por fin Mosquera encontró su lugar adecuado: marcando punta y saliendo desde
atrás, agarrando viada y creando rutas de ataque; todo lo contrario de su
anterior posición más adelantada, donde no podía acelerar porque los rivales
simplemente lo esperaban y lo aburrían sacándolo de carrera con un simple
movimiento de hombros.
Delgado (14). En líneas generales se defendió sin sacrificarse
demasiado, puesto que Cienciano no generó mucho peligro. Le faltó hacer
correctamente un par de cruces. En una de esas jugadas que a uno le parecen
fáciles, se le enredó la pelota y casi
vacunan el arco celeste. Loba, que había entrado al campo con la cinta de
capitán, le dio su café cargado con toda la razón del mundo, porque en estos
casos uno debe hacer la simple: reventarla, como lo hizo Ayr (15) que no se
complicó, sencillamente la sacaba de un patadón y buenas noches. Bastante práctico
el rioplatense.
Yotún (16). Se proyectó muy bien saliendo en pared o con sus
típicas incursiones en las que
enganchaba para cualquier lado y soltaba los centros.
Cazulo (17). Como siempre, muy bueno en su tarea de cortar,
estorbar, acosar hostigar, mandarse al area contraria, regresar y, sobre todo,
apoyar en todos lados. Si no se hubiera perdido ese gol facilito, se hubiera
ganado dos puntos más.
Lobatón (17). Está volviendo por sus fueros. Dos de los goles
salieron de sus pies. Casi vacuna desde media cancha cuando vio adelantado al
arquero y mandó un Lobatazo traicionero. Eso le hubiera dado un 20. Espérense
nomás que el Loba está para más y un día de estos la mete desde el ombligo del campo,
como se la hizo Pincel al Boys hace unos años.
Renzo (18). Hoy sí que quiso y bien facilito la hizo. Fue el generador
de más de la mitad de las llegadas al área contraria. Coronó su actuación con
un golazo que se salió del cuadro.
Ross (18); uno de sus mejores partidos. Se falló dos cantadas
pero se desagravió con un buen gol. Lo vimos cojear en el segundo tiempo hasta que lo cambiaron.
Charapa (17), el mejor cabeceador del campeonato. Y lo demostró
anticipándose a su marcador en el primer gol. Distrajo a la defensa roja. Y,
para no ser menos y estar a tono con sus compañeros, también falló un par de
goles. Temimos algo grave cuando cayó y quedó tirado en el campo. Esta semana
se verá si se recupera.
Deyair y Barros (14 para cada uno) les sobró voluntad y ganas,
pero también se precipitaron, se aceleraron y por momentos se perdieron. Pero
apuntan a más. Mosquera les está buscando la posición adecuada a sus
características, como lo ha logrado con Advíncula.
En resumen, muy buen triunfo pero hay que tomarlo con serenidad.
El equipo nunca es el mismo debido a las lesiones y suspensiones. Esperemos que
esta máquina celeste para la segunda rueda logre el ansiado afinamiento para rendir como un Fórmula Uno.
Salud celestes.
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