Por Manuel Araníbar Luna
Gol
de desayuno.
Los domingos se desayuna tarde. Los
resaqueados por la pollada sabatina bostezan y rezongan: “¿cómo, tan temprano?”
La gente se acomoda, los vendedores ni siquiera terminan de llenar los dedales
descartables de gaseosa con los que nos
asaltan a cuatro maracas el sorbito. Córner para los celestes antes de los dos
minutos. Mientras los arequipeños cuidan
al Ayr, al Chasqui y al Charapa, quien sale metiendo la mitra es nadie menos
que … El Irven Beybe en las narices del arquero, los defensores, y toda la
delegación arequipeña cuando todo el mundo se está sacando las legañas, pero
este frentazo del Irven recibiendo un centro del Pincel Renzo es
el reloj despertador para todo el estadio Alberto Gallardo, cuando ni siquiera
han endulzado el café con leche del desayuno.
Entonces, con la tranquilidad de este gol
de piyamada, viene un pequeño relax de unos diez minutos en el cual casi
vacunan al Loco con un cabezazo del Torito
–menos mal que débil y a las manos-. Con este susto, los rimenses se sacuden y empiezan a jugar a
la de verdad, tocando la redonda
como las mil Maradonas. El Burrito
Mariño pasándola y haciendo fantasía, poniéndose el overol, su par de botas y
guantes de maniobras, sin quitarse el frac, porque por momentos la hizo
elegante sin llegar a la payasada. Lo mismo que el Renzo Sheput quien soltó unas pelotas buenazas como cuando
se le prende el foquito, y se animó a hacer paredes rápidas, cambios de juego
oportuno, a cambiar de frente de ataque, ocasionando vértigo a la defensa
dominó.
ATAQUES RELAMPAGOS
La línea defensiva arequipeña estaba
recontra aturdida (en realidad, todo el elenco rojinegro lo estaba), ningún
zaguero del elenco dominó podía dominar a los atacantes rimenses. Nadie lograba adivinar por donde iba
a venir el desborde, la invasión celeste de potros de bárbaros atilas (así
decía Vallejo) que golpeaba sin avisar. Se llegaba de diferentes formas: de pase al
vacío, enganche y pelotazo al área, por la derecha, por el centro y por la
izquierda. O bien en callejón, o entrada en diagonal. Una gran variedad de
ataques que ocasionaron alrededor de diez o doce situaciones de gol.
Hasta que llegó una genialidad del Renzo. Se
la pasan. El Pincel, sin tocarla, salta y pinta una ese, una palomillada que deja en ficha a toda la
zaga bicolor. El Charapa chapa a la guapa y la clava. Dos a cero. Los defensores arequipeños siguen
preguntándose qué hizo el Renzo y por dónde se metió la pelota.
Y continúa el peligro, un ataque por un
lado, una incursión por el otro. La toma el Irven, quiebra, engancha, remata.
Carvalo se la rechaza (¿o la toca el Charapa?), rebota a sus pies y no le queda
más que despacharse cuando la mesa está servida. Tres a cero. Los ataques rimenses siguen llegando pero se
les apaga la mecha. Sopletea el arbitro. A descansar.
SEGUNDO
PAUL MCCARTNEY
Pero
para el segundo tiempo todo cambió. Metieron freno y la durmieron. Aguantaron,
se echaron una siesta, no apretaron, se dejaron encimar. Y eso les costó un
gol. Y eso que un poquito antes el Di Cosmo se falló otra, y pudieron ser dos,
y eso ya hubiera sido preocupante como lo que sucedió la semana pasada. Y así,
jugando en cámara lenta, el Charapa se perdió una más.
El
DT hizo cambios intrascendentes que sirvieron más que todo para reemplazar a los jugadores que estaban algo golpeados, para refrescarse, porque el sol estaba fuerte
y nadie había desayunado aún. “Tengo sed” dijo el árbitro y sopló. Tres puntos
para los rimenses.
CODA
Buen triunfo celeste, con una contundencia
arrolladora, con un Irven recuperado, con descollantes actuaciones de algunos
jugadores de quienes la afición reclamaba más protagonismo en un partido que se
puede descomponer en dos fases bien marcadas: primer y segundo tiempo. Primer
tiempo: la guerra relámpago, con llegadas incesantes de los rimenses por todos los frentes. Segundo tiempo: el
reposo del guerrero, apapachando la bola, arrorró mi niño, durmiendo la resaca,
retrasándose peligrosamente, guardando energías, cediendo la iniciativa para contragolpear.
La defensa estuvo sobria. Erick, ¿para qué
calificarlo si ni siquiera lo exigieron? Eso sí, supo hacer tiempo y demorarla
cuando vio que algunos estaban con la lengua afuera.
Advincula (17). Un momentito, aclárenmelo
por favor, ¿este que hemos visto era el Ussaín rimense o un carrilero
brasileño? La verdad que lo desconocimos. Se ubicó muy bien, no lo pasaron, la
luchó abajo y arriba, acompañó, se proyectó, le ganó a todos en 100 metros con
vallas (donde vayas, Ussaín), trocó puestos, se paseó como le dio la gana – por
la de cal, en diagonal y en Benavides -,
metió centros venenosos. Hasta se puso atrevido cuando se metió por el
medio como una cuchilla y soltó un zapatazo de zurda que casi moja. En fin, se
dio un faenón que mereció rabo y oreja, pero no de vedette. ¿Será esa su
posición definitiva? Aún le falta algo de quite.
Ayr (15), sobrio y segurísimo por arriba y
poniendo la pierna muy bien al ras del piso. No se hizo problemas para
rechazar: fua, pum, y adelante. Sin embargo tuvo un lunarcito: le faltó cintura en el gol
arequipeño, el Hilden Salas lo quebró.
Álvarez (16), otro baluarte, no permitió ninguna
falta de respeto de la visita, se proyectó muy bien. El Chasqui salió con la
pelota bien asegurada y hasta se dio el lujo de hacerse una genial al proyectarse
y llevarse de encuentro a todo el mundo
con la conchudez de aquellos a quienes les gusta meterse al cine sin pagar. El Charapa
la embarró con un fuera de juego, de lo contrario hubiera sido el gol de la
fecha en el Alberto Gallardo.
Yotún (15) fueron más sus aciertos que sus
indecisiones. Cuando quiso pasó como en
sus mejores proyecciones. Salvo una que otra, la hizo.
Oscar Vilchez (16), otra agradable
sorpresa. Recibía los rechazos de los cuatro de atrás y los soltaba con
prolijidad. Al ubicarse detrás de los cerebros (Burrito y Pincel), el Neca,
como un volante del Necaxa, fue quien los alimentó y salió tocando con ellos
con toda confianza, como si hubieran jugado juntos desde la primaria. Fue el eje central, el cigüeñal, el
engranaje, la salida celeste. Recepcionó y distribuyó, abrió cancha, cambió
frente, supo tocarla en corto. Bloqueó los
pocos avances arequipeños. Le alivió el trabajo al Piki.
Cazulo (17). Hizo lo de siempre en su
especialidad guerrera: cortar avances. Acorraló las incursiones del Hilden, del
Torito y compañía. Es de esa raza de jugadores que la luchan hasta en el camarín y durante los quince
minutos del entretiempo. Su tarea es el
bloqueo, y en esto, digan lo que digan, hoy
por hoy el Piki es el mejor bloqueador de ataques en el campeonato. Se ganó una
amarilla justamente por su vehemencia. Y lógico, para cortar hay que apretar
los dientes.
Pincel (16). Salió a la cancha con ganas de
tocar. Y hasta sin tocarla contribuyó con el gol de Rengifo. Cuando se juntó
para jugarla en pared de ‘pa’ ti, pa’mi’ con el Burrito Mariño (16) destrozaron
cinturas. Ambos la supieron mandar en callejón, creando gran cantidad de ataques hacia el área
sureña. Ambos salieron a jugar fulbito. Y en este partido, justamente ese fulbito fue la clave para
destrozar a la zaga arequipeña. Eso sí, no hay que abusar de la pared,
muchachos, que hoy se llega al área contraria en tres toques y no en diez.
Irven Beybe(18). Sus dos anotaciones lo dicen todo. Necesitaba este
par de tantos para agarrar confianza. Salió sentido, pero nada preocupante para
el partido en Huancayo.
Charapa (16). Muy bueno y nada que agregar. Olfato de gol y la mente puesta
en el arco contrario. El Charapa todo lo ve en forma de red. Pero esta vez nos
sorprendió tocándola en pared desde atrás y por el centro, que es lado más difícil,
porque siempre es un bosque de piernas contrarias, distribuyéndola, pivoteando,
jalando marcas, desorientando marcadores. Bien lo dice el refrán:
“si juegas con tocadores, aprendes a paletearla”.
No obstante, se falló un par de goles que las podía meter hasta Steve Wonder.
“si juegas con tocadores, aprendes a paletearla”.
No obstante, se falló un par de goles que las podía meter hasta Steve Wonder.
Y para terminar, lo que siempre reclamamos:
ya terminó la Semana Santa; por lo tanto, muchachos, cuando lleguen al área
contraria no perdonen, maten sin piedad. Se lo vamos a agradecer.
UNA IDEA
Ya que el estadio lleva ahora el nombre de
nuestro Alberto Gallardo, el inolvidable Jet, ¿No sería bueno ponerle el nombre
de glorias celestes a cada una de las tribunas? Y, además, a semejanza de los
laureles deportivos que nombraban a los deportistas peruanos más destacados en
el Estadio Nacional, se podría también implementar una Galería de Glorias
Celestes en la tribuna Sur que está vacía. Y bueno, es una idea.
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