lunes, 23 de abril de 2012

CRISTAL 3, MELGAR 1: ¡RESUCITÓ IRVEN ÁVILA!



Por Manuel Araníbar Luna

Gol de desayuno.


Los domingos se desayuna tarde. Los resaqueados por la pollada sabatina bostezan y rezongan: “¿cómo, tan temprano?” La gente se acomoda, los vendedores ni siquiera terminan de llenar los dedales descartables de gaseosa  con los que nos asaltan a cuatro maracas el sorbito. Córner para los celestes antes de los dos minutos.  Mientras los arequipeños cuidan al Ayr, al Chasqui y al Charapa, quien sale metiendo la mitra es nadie menos que … El Irven Beybe en las narices del arquero, los defensores, y toda la delegación arequipeña cuando todo el mundo se está sacando las legañas, pero este frentazo del Irven recibiendo un centro del Pincel  Renzo  es el reloj despertador para todo el estadio Alberto Gallardo, cuando ni siquiera han endulzado el café con leche del desayuno.

Entonces, con la tranquilidad de este gol de piyamada, viene un pequeño relax de unos diez minutos en el cual casi vacunan al Loco con un cabezazo  del Torito –menos mal que débil y a las manos-. Con este susto,  los rimenses se sacuden y empiezan a jugar a la de verdad, tocando la redonda  como  las mil Maradonas. El Burrito Mariño pasándola y haciendo fantasía, poniéndose el overol, su par de botas y guantes de maniobras, sin quitarse el frac, porque por momentos la hizo elegante sin llegar a la payasada. Lo mismo que el Renzo Sheput  quien soltó unas pelotas buenazas como cuando se le prende el foquito, y se animó a hacer paredes rápidas, cambios de juego oportuno, a cambiar de frente de ataque, ocasionando vértigo a la defensa dominó.


ATAQUES RELAMPAGOS

La línea defensiva arequipeña estaba recontra aturdida (en realidad, todo el elenco rojinegro lo estaba), ningún zaguero del elenco dominó podía dominar a los atacantes  rimenses. Nadie lograba adivinar por donde iba a venir el desborde, la invasión celeste de potros de bárbaros atilas (así decía Vallejo)  que golpeaba sin avisar.  Se llegaba de diferentes formas: de pase al vacío, enganche y pelotazo al área, por la derecha, por el centro y por la izquierda. O bien en callejón, o entrada en diagonal. Una gran variedad de ataques que ocasionaron alrededor de diez o doce situaciones de gol.

Hasta que llegó una genialidad del Renzo. Se la pasan. El Pincel, sin tocarla, salta y pinta una ese,  una palomillada que deja en ficha a toda la zaga bicolor. El Charapa chapa a la guapa y la clava.  Dos a cero. Los defensores arequipeños siguen preguntándose qué hizo el Renzo y por dónde se metió la pelota.

Y continúa el peligro, un ataque por un lado, una incursión por el otro. La toma el Irven, quiebra, engancha, remata. Carvalo se la rechaza (¿o la toca el Charapa?), rebota a sus pies y no le queda más que despacharse cuando la mesa está servida. Tres a cero.  Los ataques rimenses siguen llegando pero se les apaga la mecha. Sopletea el arbitro. A descansar.


SEGUNDO PAUL MCCARTNEY

Pero para el segundo tiempo todo cambió. Metieron freno y la durmieron. Aguantaron, se echaron una siesta, no apretaron, se dejaron encimar. Y eso les costó un gol. Y eso que un poquito antes el Di Cosmo se falló otra, y pudieron ser dos, y eso ya hubiera sido preocupante como lo que sucedió la semana pasada. Y así, jugando en cámara lenta, el Charapa se perdió una más.

El DT hizo cambios intrascendentes que sirvieron más que todo para reemplazar  a los jugadores que estaban algo golpeados,  para refrescarse, porque el sol estaba fuerte y nadie había desayunado aún. “Tengo sed” dijo el árbitro y sopló. Tres puntos para los rimenses.


CODA

Buen triunfo celeste, con una contundencia arrolladora, con un Irven recuperado, con descollantes actuaciones de algunos jugadores de quienes la afición reclamaba más protagonismo en un partido que se puede descomponer en dos fases bien marcadas: primer y segundo tiempo. Primer tiempo: la guerra relámpago, con llegadas incesantes de los rimenses  por todos los frentes. Segundo tiempo: el reposo del guerrero, apapachando la bola, arrorró mi niño, durmiendo la resaca, retrasándose peligrosamente, guardando energías, cediendo la iniciativa  para contragolpear.

La defensa estuvo sobria. Erick, ¿para qué calificarlo si ni siquiera lo exigieron? Eso sí, supo hacer tiempo y demorarla cuando vio que algunos estaban con la lengua afuera.

Advincula (17). Un momentito, aclárenmelo por favor, ¿este que hemos visto era el Ussaín rimense o un carrilero brasileño? La verdad que lo desconocimos. Se ubicó muy bien, no lo pasaron, la luchó abajo y arriba, acompañó, se proyectó, le ganó a todos en 100 metros con vallas (donde vayas, Ussaín), trocó puestos, se paseó como le dio la gana – por la de cal, en diagonal y en Benavides -,  metió centros venenosos. Hasta se puso atrevido cuando se metió por el medio como una cuchilla y soltó un zapatazo de zurda que casi moja. En fin, se dio un faenón que mereció rabo y oreja, pero no de vedette. ¿Será esa su posición definitiva? Aún le falta algo de quite.

Ayr (15), sobrio y segurísimo por arriba y poniendo la pierna muy bien al ras del piso. No se hizo problemas para rechazar: fua, pum, y adelante. Sin embargo  tuvo un lunarcito: le faltó cintura en el gol arequipeño, el Hilden Salas lo quebró.

Álvarez (16), otro baluarte, no permitió ninguna falta de respeto de la visita, se proyectó muy bien. El Chasqui salió con la pelota bien asegurada y hasta se dio el lujo de hacerse una genial al proyectarse y llevarse  de encuentro a todo el mundo con la conchudez de aquellos a quienes les gusta meterse al cine sin pagar. El Charapa la embarró con un fuera de juego, de lo contrario hubiera sido el gol de la fecha en el Alberto Gallardo.
Yotún (15) fueron más sus aciertos que sus indecisiones. Cuando quiso  pasó como en sus mejores proyecciones. Salvo una que otra, la hizo.

Oscar Vilchez (16), otra agradable sorpresa. Recibía los rechazos de los cuatro de atrás y los soltaba con prolijidad. Al ubicarse detrás de los cerebros (Burrito y Pincel), el Neca, como un volante del Necaxa, fue quien los alimentó y salió tocando con ellos con toda confianza, como si hubieran jugado juntos desde la primaria.  Fue el eje central, el cigüeñal, el engranaje, la salida celeste. Recepcionó y distribuyó, abrió cancha, cambió frente,  supo tocarla en corto. Bloqueó los pocos avances arequipeños. Le alivió el trabajo al Piki.

Cazulo (17). Hizo lo de siempre en su especialidad guerrera: cortar avances. Acorraló las incursiones del Hilden, del Torito y compañía. Es de esa raza de jugadores que la luchan  hasta en el camarín y durante los quince minutos del  entretiempo. Su tarea es el bloqueo, y en esto, digan lo que digan,  hoy por hoy el Piki es el mejor bloqueador de ataques en el campeonato. Se ganó una amarilla justamente por su vehemencia. Y lógico, para cortar hay que apretar los dientes.

Pincel (16). Salió a la cancha con ganas de tocar. Y hasta sin tocarla contribuyó con el gol de Rengifo. Cuando se juntó para jugarla en pared de ‘pa’ ti, pa’mi’ con el Burrito Mariño (16) destrozaron cinturas. Ambos la supieron mandar en callejón,  creando gran cantidad de ataques hacia el área sureña. Ambos salieron a jugar fulbito. Y en este partido,  justamente ese fulbito fue la clave para destrozar a la zaga arequipeña. Eso sí, no hay que abusar de la pared, muchachos, que hoy se llega al área contraria en tres toques y no en diez.

Irven Beybe(18).  Sus dos anotaciones lo dicen todo. Necesitaba este par de tantos para agarrar confianza. Salió sentido, pero nada preocupante para el partido en Huancayo.

Charapa (16). Muy bueno y nada  que agregar. Olfato de gol y la mente puesta en el arco contrario. El Charapa todo lo ve en forma de red. Pero esta vez nos sorprendió tocándola en pared desde atrás y por el centro, que es lado más difícil, porque siempre es un bosque de piernas contrarias, distribuyéndola, pivoteando, jalando marcas, desorientando marcadores. Bien lo dice el refrán: 

“si juegas con tocadores, aprendes a paletearla”. 

No obstante, se falló un par de goles que las podía meter hasta Steve Wonder.
Y para terminar, lo que siempre reclamamos: ya terminó la Semana Santa; por lo tanto, muchachos, cuando lleguen al área contraria no perdonen, maten sin piedad. Se lo vamos a agradecer.

UNA IDEA

Ya que el estadio lleva ahora el nombre de nuestro Alberto Gallardo, el inolvidable Jet, ¿No sería bueno ponerle el nombre de glorias celestes a cada una de las tribunas? Y, además, a semejanza de los laureles deportivos que nombraban a los deportistas peruanos más destacados en el Estadio Nacional, se podría también implementar una Galería de Glorias Celestes en la tribuna Sur que está vacía. Y bueno, es una idea.


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