Y bueno, ya se completó la lista de los
refuerzos. Más no se puede pedir: buen sueldo, a tiempo y sin yucas, porque los
cheques sin fondos jamás se han visto en el cuadro celeste. Quién no quisiera
un club así, en estos tiempos en que aún existen dirigentes filibusteros de
clubes que viven del garfio hace muchos años, a quienes sólo les falta la pata
de palo y el parche en el ojo.
Pero los refuerzos deben responder con hechos. A quienes han llegado no se les puede pedir
amor a la camiseta, porque lo que no nace no crece. Tampoco eso de venir,
entrenar, calentar el banco y cobrar tranquilo y sin arriesgar, sin competir
por el titularato, como ha sucedido con varios individuos a quienes no vale la
pena mencionar.
A quienes llegan se les pide compromiso,
profesionalismo, y respeto por la hinchada.
Y el respeto - entiéndanlo quienes se van -,
debe reinar desde que pusieron un pie dentro, y debe prolongarse hasta cuando se llega a defender otra camiseta.
También ha sucedido con algunos que ni
bien se desvinculan del club, despotrican al llegar a otra institución y, como pitbulls rabiosos, muerden la mano de
quien los alimentó. La deslealtad de aquellos jugadores es peor que la de las pitbull,
porque estos perros no cobran sueldo ni ladran desde la finca de su nuevo amo.
Claro, en un contrato no hay ninguna línea
que diga “cuando salgas del club, no nos maldigas”. Tampoco hay ninguna
cláusula que diga “yo te pago, tú tienes que amar a nuestra camiseta”. Eso, obvio, queda a su criterio. Pero no
todos los jugadores que se desvinculan conocen la palabra
nobleza.
Muchos llegaron, cobraron y se fueron. Claro
como el agua: si no rindieron, que se busquen otro contratante. No dejaron ninguna
huella, pero sí se llevaron un buen dinero sin siquiera resollar. En los últimos seis años hemos visto algunos jugadores de esos que en la
banca de suplentes ni siquiera gritaban los goles celestes. ¿Qué les costaba
celebrar? Más aún, al final del partido ni siquiera felicitaban a sus
compañeros por el triunfo. ¿Acaso querían cobrar también por ello? ¿Esos? Que
no vuelvan a poner ni un toperol de su chimpún en nuestro elenco, porque no llegaron al grupo a reforzar, a aglutinar, a sembrar
compañerismo. Simplemente llegaron como aves de paso, como frías piezas de recambio. Aquí no necesitamos
autómatas.
El sábado 11, la hinchada celeste llega a divertirse, a ver a sus
ídolos y a la nueva plantilla, pero también viene a juzgar. Para eso el hincha
cervecero se rompe el alma en las tribunas. Y LA RAZA CELESTE espera que eso
mismo suceda en la cancha, porque el cariño de la hinchada se gana con empuje,
con pundonor, con ganas.
Ojo, la hinchada exige más que el deseo de
jugar bien un partido o de sobrevivir a media tabla. La hinchada demanda jugadores
que vengan a pelear el campeonato, porque los encuentros son batallas que se
ganan a o se pierden. Pero las guerras se ganan triunfando en todas las
batallas.
Para ganar campeonatos se requiere poner agallas,
tenacidad, valentía, perseverancia durante todas las contiendas. Y con eso vamos a taparle la boca a algunos ingenuos
que, influenciados por cierta prensa mermelera,
nos motejan de pechos fríos. Los campeonatos que ha ganado el Sporting
Cristal los ha logrado en verdaderas guerras en las que los celestes dejaron todo en la
cancha, incluso con el árbitro en contra.
Bienvenidos los refuerzos, todo nuestro
apoyo para ellos. Y de ellos esperamos que
entiendan lo que significa LA RAZA CELESTE.
SI TE REFIERES A ZORRITO ALVA TIENES QUE PENSAR QUE ES UN PROFESIONAL Y NO ES HINCHA DE NINGUN CLUB. DEJEMONOS DE AMAR LA CAMISETA. ACUERADTE QUE ESTAMOS EN EL SIGLO 21
ResponderBorrarsi kieres defender a zorrito debes entender que ese pata maleteo a los celestes. el comentarista dice l averdad
Borrarese won nunca ha querido la celeste porque es gayina vieja