miércoles, 14 de septiembre de 2011

!TENIA QUE SER LOBA!

POR: MANUEL ARANIBAR LUNA
Estamos contentos. Y la alegría nos jala de la manga para que pasemos por agua tibia algunas cosas (no todo, por supuesto, porque no somos padres chochos de hijo único a quien, cuando se saca un 15 en el examen, le hacen fiestita con payaso).

Prima di tutto, felicitaciones al Bezonca, que salió en plan de “entra nomás, cuzqueño, que aquí te espero con escudo, carrocería de tanque, coraza de tortuga y casco de soldado” para aguantar el huayco, porque los rojos, desde que arrancaron, engancharon en primera y se mandaron con todo. Estuvieron encima como la nata sobre la leche, filtrándose como coladera y golpeando por todo lado.

El abuelo Jurado, que no por gusto tiene cinco mil arrugas en el cacharro, siempre nos ha jugado así allá en los cerros, mandando a sus nietos a llenarnos de bombazos, todos al Checho. Ahí la mitra de Ibarra tenía imán porque todas le llegaban a él, pero una decisión buena del cabezón fue adelantar a sus backs y sacar del área chica al cordobés, que en ese rectangulito es más peligroso que cebiche de carretilla. De ese modo, al filo del área grande, casi todos sus mitrazos llegaban debilones. Los rojos esperaban meter alguna, pero el Loco Erick Guillermo (20 de nota) también tenía su magneto en los guantes. Las pescó toditas a punta de manazos. Y esta vez la defensa (15 de nota) estuvo mosca. A los cuzqueños sólo les mandamos un par de misiles (ya hablaremos de Loba), pero durante todo el primer tiempo se la pasaron comiendo mote en nuestra cancha.

Otro dolor de cabeza fue el Burrito. Es que abrieron la cancha y nadie se percataba que Mariño se metía por el medio como burro por su corral. Se hizo algunas buenas, gracias a que estaba más suelto que mono en árbol. Y claro, era de esperar, ¿Cómo vas a marcar a los rojos a presión a más de tres mil metros de altura? Lógico, obvio, te ahogas en los primeros diez minutos. ¿Qué quedaba? Aguantar. Y soltar algunos pequeños guantazos.

‘LOBA’ FOREVER.
A ver, imagínate, hermano, que estás jugando de delantero y Loba la tiene y lo ves levantar la mitra, ¿no corres en diagonal al vacío? Bueno, los de arriba son medio miopes. Por el contrario, como si los hubiera chapado el temblor sentados sobre el inodoro, se salen corriendo del callejón a la pista donde, facilito, los atropella un defensa contrario.
Ante la ceguera de los de adelante, los guantazos los tuvo que mandar Loba (20 de nota), que hoy por hoy está empuñando mejor la manija, como hace unos añitos, cuando le salían todas y se la comprendían, aunque hoy parece que han olvidado que los pases del Loba en un 90 por ciento son al vacío.
La primera de Loba, una desde media cancha que la agarró el lecherazo Noriega. Si salía, mejor dicho, si entraba a la canasta, el Garcilazo se quedaba vacío. Los incas no iban a aguantar el hincón. Y más tarde, hablando de hincones, otra hipodérmica del Loba, una ampolla de molotov cabeceada con cicuta rebotó como cheque sin fondos en el tronco seco: piña con sal. Y así nos fuimos al descanso con un miedo terrible porque ya medio equipo estaba sin combustible. Y lo peor, condicionados por Garay, para quien le guardo unas cariñosas líneas al final.

SEGUNDO PAUL MC CARTNEY
En ese menú cuzqueño, después de la terrible entrada venía el segundo. El Mitrón decidió que el poco oxígeno que les quedaba lo aprovecharan para esperar, retroceder y dejar a un pericote bien arriba, que se encargue de robarla, picar y vacunar de contragolpe. Y ese escapero tenía que ser Advíncula. Y justo el Bezonca, para que los backs rojos no se manden de hacha, lo puso de bayoneta. Y le ligó a Juan Máximo el cambio porque Lucho fue una tuna en el trasero de los rojos que habían estado bien adelantados. Y así fuimos llegando de a gotitas de cerveza.

Una de Fito, más fea que un feto, estuvo fatal. Espinoza, la define más estorbado que taxi en el centro. Y a la maldita gorda parece que le gusta que le den palazos, porque hace clic, choque y fuga con el palo. Casi al final, cuando los tanques de oxígeno en el banco están esperando a los moribundos celestes, Lucho que la lucha y le cede el globo a Loba. Este que se la devuelve delicada, con cucharita,  Lucho Ad, que esta vez sí se ve que se vincula. Y sobre el pucho, Lucho se la juega a Fito, que no se sabe si lo empujó el viento o el hombre invisible, que se cae solito. Y así y todo logra castigarla pero con una patadita débil de recién nacido. La obesa, que se hace la difícil, comienza a quitarse sin roche de la cancha a botecitos, pero Loba, siempre mosca (no contaban con su astucia), sigue avanzando y le corrige el rumbo, la empuja suavecito, mandándola acariciar las mallas. Ovación y pirámide celeste. ¡Tenía que ser el Loba!

¿Y ahora? Aguantar, que el partido ya se va a acabar. A punto del soroche, mi tocayo Garay sopla antes de desmayarse. Ganamos. ¿Hace cuánto tiempo que estábamos a secas? ¡Bah!, para qué recordar gansadas, ganamos y hasta el jueves con los Panchos! A saltar y a brindar con la del Rímac que es más rica que la de allá.

¡CARAY, GARAY, ÁRBITROS COMO TU CUÁNTOS HAY!
Así iba a ser el título de mi crónica, doctor, porque en el primer tiempo, el mejor jugador del Cienciano no fue el Checho, ni el Burro. Fuiste tú. Inclinaste la cancha como para que los rimenses se cayeran todos al río Urubamba Les mostraste la biliosa al Loco y a Carranza, pero te la guardaste con llave en el bolsillo cuando los rojos machucaban sin asco. Cuando cometieron un penal contra los celestes estabas contando los ángulos de las piedras de Sacsayhuamán. Guapeabas a los rimenses como si fueran tus entenados. “Ahorita nos cobra penal en contra”, maldecían en quechua los celestes cuzqueños, que no eran pocos. Pero no sé qué te pasó: menos mal que en el segundo tiempo no nos anulaste el legítimo gol de Loba. Si lo hacías, hubiera sido tu consagración y, mínimo, ibas a salir elegido congresista por el Cuzco.

Pero ganamos, y con ello repetimos: la alegría nos jala de la manga para que no criemos bilis, justamente el color de las tarjetas que nos sacaste. Ya pasó el colerón.

CODA
¿Y ahora qué hacer? Pedirles encarecidamente:
1.Que el Cabezón ya no cambie tanto el equipo porque, con tanta rotación, el elenco parece un hostal donde no se sabe quién va a jugar la próxima semana.
2.Que todos se queden practicando tiros al arco desde todos los ángulos por lo menos un par de horas diarias. Igualmente no vendrían mal unas cien pichanguitas de delantera contra defensa con centros a la mitra, para ver si se acuerdan de meterla.
3.Que traduzcan a Loba, porque parece que les habla en chino y entienden en ruso. Y, por último,
4.Que sigan poniendo las mismas ganas, porque hay que reconocer que ya le ponen su puntito de ají al temperamento.
Salud, celestes.

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