Por Manuel Araníbar Luna
Loba siempre tuvo paciencia esperando el llamado a la Selección debido a que muchas veces fue dejado de
lado por preferencias caprichosas a los “europeos”. Aunque algunos de ellos
venían a gozar de las vacaciones y a pichanguear en vez de meter la pierna
fuerte para defender a su cuadro
distintivo, siempre eran considerados para entrar a la cancha con el titularato
asegurado. Su desquite lo tuvo en la Copa América ante el seleccionado
Colombiano. Aquí recordamos este post del 2011.
EL GOLAZO DE
LOBATÓN
En el futbol moderno hay una especie
en vías de extinción: la de los másters artilleros de cañonazos
teledirigidos, los que meten goles de tiro libre a treinta o cuarenta metros
del arco. Antes -vale la comparación- los había a patadas, hoy en día es
difícil hallarlos. Son los más buscaditos. Y entre ese puñado de
francotiradores, para escozor de sus maldicientes, está Carlos Lobatón Espejo.
LOS AMOS DE LOS TIROS LIBRES.
Loba en el Sporting Cristal,
dentro de la tradición de los amos de los tiros libres, sigue la escuela de
Gallardo, Arrelucea, Mifflin, Pinillos, Solano, Manassero, y hasta el Pincel
Sheput (recordemos su golazo de media cancha). Carlitos nos ha dado grandes
satisfacciones con golazos, con lobatazos que en su mayoría los ha ejecutado
con un mínimo de veinte metros de distancia al arco. Loba la sabe jugar fino
pero simple. La juega de toque cuando hay alguien que se la sabe devolver sin
intereses. No es de lujos ni huachas innecesarias. Carlitos tiene,
además, una facilidad innata, una predisposición para armar juego, para
pasarla al compañero justo al pie, o bien administrar los ataques con pases de
cuchara, en cortada, en callejón, en diagonal, al vacio.
Es del caso agregar que Loba no
siempre entra con la mecha prendida, pero cuando se enchufa, cuando se le
prende el disco duro, ¡agárrate Catalina!, le brotan unos solos de pelotazos que zumban las orejas como guitarra eléctrica y dejan a Santana como una reverenda zapatilla.
Atrévete a tocarme...
Sí, aunque suene a lugar común,
fue un lobatazo decisivo. Le cambió la cara al partido. Esta vez Carlitos entró
con órdenes de recostarse a la derecha para alimentar a los de adelante y
darles pases en callejón, surtirlos apenas la tuviera. Mientras la
defensa amarilla estaba en duelo contra Vargas, Guerrero y Periquito Chiroque,
protegiendo la valla de su buen guardarredes,
la tarea de CL-27 era aún más
sacrificada: tapar a los colombianos que se filtraban por todos lados como
hordas de invasores.
Esa malla del equipo cafetero hacía
buen tiempo que estaba invicta, intacta, virginal. Pero la bola
quería entrar, tenía que entrar, y entró, porque si no entraba esa tarde
iba a caer nieve en la selva. Esta del partido con Colombia era una pelota que
se prestaba para que la meta de contrabote, como le gusta definir a todo el
mundo, porque así la pelota pasa limpia entre las narices de
defensas y arqueros, porque un gol como el de esa tarde se queda grabado en las
retinas de los fanáticos; y porque, en fin, la belleza de estos goles es
inenarrable. Cuando la bola viene así, provocativa y zumbática, tentadora
y juguetona, con esos veleidosos botes de “atrévete a tocarme” es una
incitación al bombardeo frenético.
Maca, chuño y polenta...
Loba la conoce bien y , sabiendo
que la mayoría de veces estas pelotas van a dar a las tribunas, le puso el
empeine como para arrancar la moto, los dedos mirando al suelo y la pierna
medio retorcida para fulminarla con el mismo taqueo de los billaristas a
tres bandas, pero con esa furia que ocasiona la provocación de esos botes de
pelota de playa por un desafortunado rechazo del golero colombiano que, para su
desgracia, cayó en efecto dominó sobre su capitán, quien besó el pasto como si
lo hubiera noqueado Tysson. Y Yépez, de yapa, le dejó la puerta abierta a Loba. Carlitos agradeció el obsequio que venía rebotando como trompo carretón.
Fue un batacazo vigoroso, alimentado con maca y quinua, con chuño y polenta
(no, no es una propaganda de productos naturales), y la pobre malla tuvo que
comerse la pelota de un solo bocado: apoteosis, saltos frenéticos, pirámides
blanquirrojas sobre Carlitos y alaridos histéricos de los relatores
deportivos.
¡Ese es el Loba que todos queremos ver
siempre!
SALUD LOBA!
ResponderBorrarMuy cierto, siempre los alcahuetearon --- que los publcitaban como los 4 fantasticos. y solo venian a burdelear y a meter peladitas a su cuarto del hotel despues se escapaban a los casinos o sino se negaban a entrar a la cancha pero si pichangueaban en su barrio. y toda la vida les perdonaron sus puterias
ResponderBorrarESA ARGOLLA ES DESDE SIEMPRE. LO DIGO CON CERTESA. EN LA SELE DEL 82 CUBILLAS QUE YA ESTABA EN BAJADA HISO SALIR A URIBE QUE ESTABA EN TODA SU CAPACIDAD. POR ULTIMO NOS ELIMINARON PORQUE LA ARGOLLA CAGONA JODIO A LA SELECCION QUE YA ESTABA ARMADA. URIBE ESCRIBIO UN LIBRO Y HABLA DE ELLO JJ MUÑANTE TAMBIEN RECLAMO
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